El diamante actúa como un poderoso condensador de energía de todo tipo, es muy utilizado para recuperar la energía vital necesaria para afrontar la vida, armonizando todos los cuerpos sutiles con el físico y erradicando de esa forma toda posibilidad de enfermedad orgánica.
Aunque siempre es beneficioso para el cuerpo físico, su mayor potencia se centra sobre problemas psíquicos, sobretodo si la persona tiene deseos de superación espiritual, pero que por el motivo que sea, se encuentra sometida a bloqueos mentales provocados normalmente por traumas infantiles. El diamante es capaz de permitir el desbloqueo para poder liberar su energía personal en su sentido más amplio.
Es muy utilizado para la meditación, ya que sus propiedades lo hacen muy útil para discernir entre lo positivo y lo negativo, el bien y el mal, el camino correcto y el incorrecto; en definitiva, el Yin y el Yang. Si se utiliza con propósitos honestos se obtendrá de él lo mejor, en caso contrario recibirá su castigo. Actúa como un espejo de aumento, lo que se proyecta sobre él se devuelve con el doble de intensidad, tanto si es bueno como malo, si es bueno, el doble de bueno, pero si es negativo el doble de negativo.
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