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En la bañera hay que echar siete claveles
blancos desojados, un puñado de sal gorda,
un poquito de canela en polvo, un chorrito
de colonia, y unas ramitas de valeriana.
En ese agua se mete y se reza un padre nuestro
invocando al espíritu santo que os limpie de
todo mal.
Cuando se sale de ese baño se seca con una toalla
blanca.
Los pétalos que quedan después de abrir la bañera
se cogen y se envuelven en un pañuelo de papel
blanco y se tiran por el WC.