Desde que nacemos experimentamos lo que llamamos “sueños” y normalmente estos sueños son tormentosos, llenos de misterios, violencia y temores, porque son muchos más los sueños de este tipo que los dulces y placenteros. Y aunque llevamos toda la vida soñando y estemos preparados para ellos, son experiencias tan “reales” que aún cuando despertamos seguimos sintiendo ese temor que teníamos en el sueño durante algún tiempo.
Desde siempre los sueños han sido un misterio que han desafiado a la ciencia, incluso hoy en día con todos los avances tecnológicos siguen siendo un misterio. El hombre necesita la interpretación de los sueños porque intuye que alguna relación tiene que haber entre ese mundo de sueños y de vigilia, pero nunca sabe si lo que sueña es fantasía o hay algún símbolo que tiene sentido en la realidad.
El hombre está condenado a realizar el camino hacia el sueño y del sueño a la realidad durante toda su vida y por lo tanto no es raro que el estado del sueño haya provocado tanto interés durante todas las épocas.
Sí se sabe, desde hace ya mucho tiempo que los estados del corazón y del estómago infieren en el mecanismo de los sueños. Muchas personas no ingieren determinados alimentos antes de acostarse porque los relacionan con sus pesadillas. Todos hemos tenido algún sueño violento y tormentoso tras haber cenado más de la cuenta. También puede influir la postura al dormir o la ropa para alertar a nuestros sentidos y ser el punto de partida para soñar una cosa u otra, por lo tanto no estaría mal cuidar los elementos externos a la hora de ir a dormir para conseguir sueños mucho más placenteros. Ropa cómoda, habitación bien ventilada, cenar ligero, dar un pequeño paseo, algunas flexiones, una ducha, lavarse los dientes, mente relajada… son algunas de las cosas que no cuesta mucho hacer y pueden conseguir que durmamos como angelitos.
Busca tu sueño en el diccionario, selecciona en el índice alfabético la letra por la que empieza la palabra que define tu sueño.